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miércoles, 11 de enero de 2012

Fantasmagoria

     
     Recuerdo muy bien el primer día que puse un pie en la casa, sentí algo malo en ella, algo siniestro. Simplemente era como si estuviéramos entrando en la propiedad de alguien sin su consentimiento, la única diferencia es que los propietarios no se alarmaban ni llamaban a la policía; nos dejaban permanecer con un propósito aún más oscuro y vil. Quise decírselo a mi futura esposa inmediatamente, pero ¿qué podría ella pensar de alguien que toda su vida se la ha pasado contando que tiene experiencias extrañas y sobrenaturales desde la casa de sus padres? ¿qué podría pensar de alguien que se encuentra incómodo en una casa que les ha sido dada debido a una repentina situación que obliga al matrimonio y la procreación de los hijos? Seguramente pensaría que todo es una excusa, un mero pretexto para no establecerse en esta casa; quizá orgullo simplemente.
     Pero yo sé que no es así, yo sé que algo está aguardando. ¿Y si lo que me acosaba con mis padres me ha seguido hasta acá? Ahora recuerdo que mi madre tiempo después que me vine a vivir aquí en una ocasión me dijo que se quedó a dormir en mi vieja habitación y no sintió nada, nadie la asustó y estuvo muy tranquila. Entonces quizá sí, eso me ha seguido y ahora se encuentra con nosotros. En todos esos años nunca me hizo daño, y además en sueños fui yo quien lo dejó entrar...



     "Me encontraba en un bosque enorme. Por donde miraras había árboles altos y frondosos que en algunas zonas impedían la entrada de los rayos del sol, éstos escoltaban una vereda que bajaba hasta lo que parecía ser una puerta de piedra en medio del bosque, pero la puerta no llevaba al interior de ninguna parte, pues al otro lado continuaba la vereda del bosque. Sin embargo yo tenía la extenuante necesidad de llegar a esa puerta, pues me sentía perseguido por algo o alguien y muy cerca del acorralamiento. En realidad no se escuchaba ningún sonido propio del bosque que no fuera el soplar del viento, era un viento fuerte como cuando hay tiempo de huracanes, más que nada un ventarrón de dimensiones impresionantes; pero voces y lamentos se escuchaban en él, como si el viento los trajera, como si en el viento viajaran; y eran precisamente esas voces y esos llantos los que provocaban en mí un temor enorme, como si pudieran hacerme daño, como si de repente la fuerza del viento pudiera verse convertida en una mano incorpórea que pudiera tocarme, una boca que pudiera morderme y desgarrar mi carne.
     Por eso era necesario correr hacia la puerta, algo me decía que del otro lado estaría bien, seguro y  a salvo, que del otro lado no podrían hacerme daño quienes fuera que fuesen los dueños de aquellas voces y aquellos lamentos. 
     Corría yo por la vereda dejando mis huellas en el polvo provocando una pequeña nube, los rayos del sol caían directo en la parte de la vereda que circundaba la puerta y conforme me acercaba el calor abrasador por momentos se convirtió en un insoportable enemigo más.  Un dolor punzante me hizo mirar repentinamente hacia abajo y no sé como describir lo siguiente que miré, pues escapa a toda cordura: la vereda repentinamente se había convertido en un camino lleno de maleza, ahora era un camino espinado en donde se me enredaban los pies y se me dificultaba dar el siguiente paso, incluso donde primero creí ver  algunas plantas, luego volvía a mirar y tenían la forma de manos largas y huesudas que al no poder apoderarse de mis tobillos tan sólo me arañaban con largas uñas podridas; un parpadeo rápido más y donde hacía segundos había una mano ahora había nuevamente una planta llena de espinas que se clavaba en mis tobillos y mis pantorrillas. Por momentos creí enloquecer.
     Tanta lentitud en los pasos debida a las plantas-manos era desesperante y sofocante aunado a ello por detrás estaban los lamentos y las voces y por los costados la impresión de  que los árboles cerraban el camino poco a poco, puse atención en la sonoridad del viento, pero no podía entender lo que decían esas voces ultraterrenales, aunque quería hacerlo. Lo único cierto es que sentía detrás de mí y a pasos cercanos una figura que corría velozmente para alcanzarme. Fue cuando finalmente llegué a la puerta y miré hacia atrás para poder observar qué o quién me perseguía, pero sólo alcancé a divisar de reojo un bulto negro que entra por la puerta a gran velocidad. En ese momento todo cesó: el viento, las voces, los lamentos; la vereda volvía a ser vereda y el bosque volvía a ser bosque; habían desaparecido las manos que arañaban y las plantas espinosas que se clavaban. Repentinamente se escuchaba el trinar de los pájaros y se veía a lo lejos el revolotear de las mariposas cerca de los árboles que ya no amenazaban con cerrar el camino. El bosque se normalizaba y yo había sido tan sólo lo suficientemente estúpido y paranoico por un temor sin sentido. Lo que entró por la puerta era quizá tan sólo alguien más o un animal del bosque que igual que yo quería llegar para cruzar. 
     Así que yo cruzo y cierro la puerta..."
     


     Entonces desperté, mi antigua habitación se encontraba en total oscuridad, y yo me incliné en la cama porque me dolía el pecho, quizá me estaba pasando algo, pensé que tendría algún problema con el corazón, comencé a sudar por el esfuerzo que me provocaba el respirar con rapidez y de manera agitada; intenté calmarme y funcionó porque el dolor comenzó a disminuir y la respiración agitada se fue normalizando. Cuando me sentí bien fue que reparé en la presencia; sentía que había alguien parado justo al lado izquierdo de mi cama, levanté la cabeza para intentar mirar y no había nada, no había nadie, únicamente estaba el mueble donde colocaba mis discos y mis libros, estiré mi brazo intentando tocar a la persona que parecía estar de pie a mi lado y mi mano agarró tan solo oscuridad. Aún así yo sentía algo y entonces comencé a hablar: 
-¿Quién eres?- No hubo respuesta. 
-¿Qué quieres?- Y tampoco respondió. 
-Preséntate ante mí- dije
-¡¡¡¡¡¡NNNNNNNOOOOOOOOOOOOO!!!!!!- Fue toda respuesta. Pero no la escuché proveniente del exterior en mi habitación, sino que esa palabra explotó en el interior de mi cabeza; no encuentro las palabras adecuadas para explicarlo, pero estoy muy seguro que no fue algo proveniente de mi pensamiento, porque esa voz apagó completamente todos mis pensamientos. Es como si mi mente hablara a un volumen 5 y esa voz habló o más bien gritó en volumen 20. Simplemente estaba por encima de mi mente y de mi pensamiento.
     A partir de este hecho sucesos inexplicables comenzaron a ocurrirme en casa de mis padres, al principio les contaba pero nadie me creía, incluso mi hermano decía que a lo mejor yo tenía una enfermedad. Así es que comencé a vivir con esto en el más oscuro secreto, atormentado pero jamás vejado por lo que sea que esto es.
     Y ahora parece que eso está aquí también en esta  casa. Adonde quiera que vaya me seguirá, no sé cómo podré proteger a mi familia, no he sabido en todo este tiempo cómo protegerme yo mismo. Dios no me escucha más.



*****

     Las noches parecen interminables, el eco de estar malsoñando persigue los pasos de la cordura hasta el punto de preguntarme en dónde comienza y dónde termina la realidad. ¿Alguna vez terminará? ¿Alguna vez trascenderá de una vez por todas? Por fin me levanto a oscuras y salgo al pasillo y como impulsado por un resorte bajo las escaleras y es cuando el terror ciego acecha, un temor indescriptible e irracional, pero intangiblemente real; no puedo ver nada en la penumbra y aún así volteo hacia los lados y hacia atrás para intentar divisar qué o quién me sigue, lo que sea que está detrás de mí a escasos centímetros me eriza la piel: es una presencia, lo sé; a pesar de lo que todos me dicen yo lo sé ciertamente y es asfixiante el miedo que provoca.     
     No sé por qué el miedo provoca diversas reacciones dependiendo cada persona; hay quienes echan a correr apenas son atravesados por la fina daga del temor, pero hay otros donde me incluyo yo que quedamos paralizados, imposibilitados de mover un músculo siquiera. En fin, llega un momento después de la petrificación en donde tu conciencia suelta de manera atrasada una alarma que te dice que debes moverte, pero dichos movimientos son demasiado lentos, como en cámara lenta.
     Y es así en cámara lenta que yo esa noche bajé las escaleras con algo o alguien a mis espaldas pisándome los talones, respirándome en la nuca, murmurando al principio cosas ininteligibles que se convertían en risas traviesas que al final dieron paso a sonoras carcajadas y cloqueos extraños, como si de varios entes o personas se tratara. En cualquier momento creo se despertará mi familia; pues las voces, las risas se han hecho francamente ruidosas. Pero nada de eso ha pasado, por la recámara no se ha asomado mi esposa, ni mi hija se ha despertado llorando por ver interrumpido su sueño de ángel.
     No sé cuánto tiempo me ha tomado bajar las escaleras, pero eterno se me ha hecho, los doce escalones más interminables de mi vida. ¡Maldita sea! la luz al pie de la escalera no enciende; debo mandar a arreglar el apagador, eso mismo me dije hace tres años que me mudé a esta casa tan llena de viejos recuerdos y antiguas energías. Doy unos pocos pasos sigiloso, como si de un ladrón se tratara, paso de largo la puerta del baño y llego a la cocina para poder encender la luz y antes hacerlo y en cuestión de segundos de reojo a mi derecha es cuando la veo al final del pasillo: la presencia. De pie al lado del ventanal que está al lado de la puerta principal, su silueta perfectamente delineada, pero ahora se mueve ligeramente hacia abajo como si quisiera esconderse, como quien intenta agacharse para no ser visto, pero se queda a mitad del camino porque sabe que ha sido descubierto, me mira fijamente con atención. Este nuevo ataque de terror no me permite encender la luz y también me le quedo mirando atónito y sin poder creer que esto esté ocurriendo. Es la silueta de un hombre sin dudas... entonces hay otros, no es el único. Porque aquella noche... la mujer que... Oh Dios ayúdame a encender la luz, una luz,  la que sea...


Ale... Desde el Infierno
Copyright©2012 Rubén Alejandro Domínguez Jameson All Rights Reserved

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