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jueves, 12 de enero de 2012

Indispuesto

     
     Con que diligencia las personas hablan de la enfermedad, incluso hay algunos que te lo dicen de manera pomposa y presumida. Como si de un logro se tratara. Como si de una travesura quizá. Pero a mí la enfermedad me tumba, me deprime. Aunque me siento bien sé que por dentro las cosas andan mal y la vida que es un suspiro se acorta todavía más. Entonces es cuando te das cuenta que habrá sueños y metas trazadas que no se podrán concluir. Tantos conocimiento que no se podrá descubrir, libros enteros que no serán leídos, música que no será escuchada. El universo es tan vasto, cualquier universo. 
     Una vez tuve un paciente que venía con la enfermedad encima. Una persona robusta, fuerte como roble. Me comentaba que a escasos tres meses sería intervenido quirúrgicamente para que se le trasplantara un riñón que valientemente su hermano donaría. También me dijo que la enfermedad llegó a él gracias a una vida libertina y llena de alcohol, todo gracias a un buen puesto y un muy buen sueldo. A la larga tanto dinero lo envenenó y le facilitó la enfermedad. Pero según él, gracias a Dios se sentía fuerte y su organismo era especialmente imbatible. Al parecer todo era un mero trámite. Se le presentaba una segunda oportunidad de oro que no pensaba desaprovechar.
     De todo esto tendrá menos de 6 meses. Hoy desde el transporte público he visto a ese hombre que antaño fue poseedor de un organismo especialmente fuerte. Un guiñapo de señor, caminando a duras penas ayudado por un bastón, encorvado y los cabellos despeinados, su aspecto no se diferenciaría del de un limosnero debido a su apariencia. Pero es la enfermedad quien lo ha desmenuzado y la muerte quien tal vez un día venga a comer. No sé si lo operaron. No sé qué pasó. Lo que pienso es que la vida le negó esa segunda oportunidad que él creía en la bolsa del pantalón.
     Por eso es que debo acelerar. Tengo que escribir lo que tengo que decir, leer a marchas forzadas para aprender de mi universo lo más que se pueda, escuchar toda esa música mágica que está guardada en la memoria del ordenador; es impresionante la manera en que diariamente salen libros nuevos, discos nuevos. Todo está en constante movimiento, constante revolución. Mientras mi tiempo progresa hacia el olvido, mi vida decae cada segundo un poco más. No le tengo miedo a la eterna soledad, pero sí a pasar desapercibido en el mundo, más no en la sociedad.

     Ale... Desde el Infierno
     Copyright©2012 Rubén Alejandro Domínguez Jameson All Rights Reserved

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