Powered By Blogger

jueves, 10 de noviembre de 2011

¿Por qué?



    Hace años que no me gusta ir al D.F., ¿por qué? Después de 6 años consecutivos de perder 6 horas diarias de mi vida en el trayecto para ir a la facultad es normal que no quiera volver a pisar en un buen tiempo aquellas lejanías. Y bueno, yo creo que todavía no me recupero del trauma; y eso que ya ha pasado demasiado tiempo. No voy a decir que no había vuelto a visitar en todo este tiempo esas tierras salvajes maquilladas de smog, pero lo menos posible que he tenido que ir, eso sí lo he hecho.
     Lo que ocurre es que ayer fui casi a rastras y obligado por la familia. Desde el momento en que te predispones a pasar un día perdido entre multitudes de extraños que cargan sus bultos y muchos otros que llevan cargando malas intenciones, en verdad pasas un día infernal y es que realmente hablo de perder todo el maldito día. En fin que estuve de mal humor, la cabeza me dolía; incluso por momentos me sentí mareado por el intenso sol y el ruido propio del gentío que te grita casi al oído para que compres lo que venden.
     Al inicio del recorrido me sentía como que estaba filmando una película y mi papel era el de ser el guardaespaldas de mi hija, mi esposa y mis padres: cara dura, cero sonrisas y mirando a la gente como si cada persona que se acercara fuera un Osama Bin Laden hecho en México. Y me daba risa, pero lo más seguro es que fue risa de nervios. Y yo me pregunto ¿por qué debo tener nervios? ¿por qué debo caminar por las calles de mi país con miedo? Se supone que uno sale a festejar el rompimiento de la rutina laboral, aunque sea para ir de compras. Estoy acostumbrado a que toda la gente dice cosas como "la situación está muy fea" o "la inseguridad está más cabrona". Pero también nos estamos acostumbrando a que la inseguridad sea algo completamente normal, como si así debieran ser las cosas. Y este es el país y el mundo que le va a tocar a mi hija y a los hijos que todos tenemos.
     
    Caminábamos por la calle de República de Uruguay, el ambulantaje era poco y yo tenía mucha sed por la ardua caminatas y el tedío que provoca el ver como los parientes solo miran y miran y no se deciden a comprar algo para poder largarnos de una vez. Me acerqué a un puesto que vendía refrescos con hielo; sí, ¡refrescos con hielo para poder subsistir! ¡hay que vender lo que se pueda para librarla día a día carajo! Apenas me estaban sirviendo mi refresco cuando el eco de una voz desesperada que se acercaba como traída por el viento comenzó a llegar hasta mis oídos y al mismo tiempo todos los vendedores con movimientos ultra rápidos recogieron sus mercancías y comenzaron la huida, incluyendo en el que yo iba a comprar: el vaso se quedó a medio servir porque cayó al suelo, regándose el refresco salpicando mis zapatos sin poder mojar mi sed. Todo fue tan rápido, llegaron los policías quitándole sus cobijas a un señor, quitándole su mercancía con la cual se ha de alimentar y vestir su familia; y así ocurrió con algunos otros que se vieron lentos o que fueron de los primeros en ser atacados. Los polis argumentan que ya saben que no deben vender ahí. 
     ¡Hijos de su puta madre! Ahí sí cumplen sus órdenes al pie de la letra, pero ¿dónde están los policías cuando te asaltan, cuando te secuestran y te violan o te matan? Después de ver como los vendedores se esconden en cualquier escondrijo cual ratones huyendo del gato recién aparecido me doy cuenta porqué es la inseguridad y porqué la situación: porque los policías son igual rateros, violadores, secuestradores y asesinos,, pero con uniforme. Ayer después del triste espectáculo seguimos caminando y escuché a dos de "elementos de seguridad" preguntándose qué les ha tocado del botín: -a mí unas pinches cobijas nada más ¿y a ti?-  
     Tratan a las personas que quieren ganarse la vida honestamente peor que si fueran criminales y todo porque no tienen dinero para una mordida. Me doy cuenta que aquí en este país lo que se castiga no es el delito, sino la pobreza; porque aquí puedes matar, violar, robar y si tienes varo la libras y no pasa nada; pero también puedes vender chescos o cobijas para tratar de sacar adelante a tu familia y si no tienes varo te vas a la chingada sin dinero ni mercancía y ponte al brinco y hasta el bote llegas. ¿Cuántos violadores-asesinos-secuestradores-rateros = inocentes infestarán las cárceles? ¿y cuántos de ellos realmente han cometido dichos delitos atroces? ¿Así es como quieren implementar la pena de muerte? Nuestras "autoridades" quizá con su mezquindad y corruptibilidad son quienes obligan a muchos a convertirse en rateros o carteristas o rangos más altos como narcos y asesinos a sueldo: porque simplemente no dejan trabajar; y claro que como todo hay sus excepciones, pues los hay huevones y culeros que sí son gente mala, a esos son a los que hay que matar. 
     Pero todo esto sucede así por órdenes de unos pocos pendejos que están sentados rascándose los huevos, tragando comidas millonarias, fumándose y bebiéndose los impuestos y el dinero del país mientras ven desde sus sillas victorianas como a este país se lo traga la inmundicia y se lo carga la chingada. 

     Y aquí abajo, en la selva es una batalla de todos contra todos, para hacerte de algo que necesitas o que crees merecerte o simplemente para poder tragar te tienes que chingar a alguien. Antes era a quien se dejara por maje, pero ahora como "la situación está muy fea" es a quien sea sin importar quien, porque te dicen "soy Mr. Ya chingó a su madre, dame lo que traigas o te meto un plomazo". La gente honesta y trabajadora (qué es la mayoría) andamos como putas viendo nada más quien nos va a empinar: si los ratas o los polis corruptos; o si los servidores públicos corruptos o los narcos. 
     ¿Por qué? ¿ hasta cuándo?
    Hasta dan ganas de que cada quien ande con su fusca por si las moscas, porque a que lloren en mi casa o que lloren en la tuya...


No hay comentarios:

Publicar un comentario