¿Cómo
creer en algo o en alguien cuando el conejo de la luna se ha desangrado en
perlas al anochecer? ¿Cómo decir aquella palabra callada durante la ausencia de
la consciencia y la razón? ¿Cómo romper ese silencio traicionero que da vueltas
en el laberinto de mi corazón? ¿Cómo mirar hacia arriba sin creer que te caerás
al mar que es el cielo, donde las nubes marchitas se convierten en espuma
salada y el azul infinito promete engullirte para no dejarte asomar jamás la
tez en esta tierra de indómita moralidad corrompida?
Majestuosas
son las estrellas, tan brillantes y tan ajenas a la ansiedad, al dolor y al
temor a la realización de los terrores más oscuros de mi alma; el cielo se
empapa de millones de luces brillantes que iluminan en el rostro mi derrota y
mi futuro. Y es aquí donde vienen las lágrimas.
Apasionadas
tantas cortinas de ilusión que fueron tejidas con el más hermoso hilo de nobleza,
tan solo para descubrir el verdadero sabor de la amargura. Yo no tengo más
recuerdos, solo queda el mar derramado por mis ojos sobre lugares infinitos,
con la lluvia misma se ha perdido la memoria, se ha borrado para siempre la
huella del paso que una vez tuve. Toda lágrima ha quedado sobre los árboles,
sobre la luna, sobre tu recuerdo. He inundado con amor el alma de la gente que me
engaña. Y si en algún momento fui farol que alumbró sus caminos, tan solo ha
sido para quedarme en total penumbra una y otra vez.
¿Y todo para qué ha servido? Me
pregunto sobre lo aprendido y lo olvidado. Mi polaridad entre el odio y el
amor. ¿Cuál habrá de ser mi lado definitivo y verdadero? Muchas veces me
despierto y al mirarme al espejo es cuando me doy cuenta de lo iluso que uno
puede llegar a ser.
Ale... Desde el Infierno
Copyright©2014 Rubén Alejandro Domínguez Jameson All Rights Reserved
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